La NASA prevé enviar humanos al satélite de la Tierra por primera vez en más de 50 años. ¿Cómo los recibirá aquel paraje polvoso?
28 de octubre 2023, 08:12hs
La última vez que un humano pisó la Luna fue en el año 1972, en el marco de la misión Apolo 17 de la NASA. Habrán transcurrido más de cinco décadas cuando uno de los nuestros vuelva a poner un pie en el satélite polvoso. La agencia de Estados Unidos pica en punta en la nueva carrera espacial. El Programa Artemis ya está en marcha y, si todo avanza según lo previsto, una misión tripulada tocará el suelo lunar hacia fines de 2025.
Cuando eso ocurra, ¿qué panorama encontrarán los astronautas? A un costado de cualquier especulación, es posible afirmar que la experiencia no será la misma que aquella que vivieron Neil Armstrong y otros tantos en los setentas. Aunque parezca extraño, la Luna ha cambiado desde entonces.
Un pequeño paso para el hombre, en una Luna repleta de objetos humanos
Muchos recuerdan con orgullo —y otros tantos con escepticismo— cuando en 1969 el primer grupo de humanos toco la superficie lunar. Por entonces, la sorpresa hubiese sido grande si los astronautas hubieran encontrado fotografías, bolsitas con materia fecal y pelotitas de golf en la Luna. Ahora, las mujeres y hombres que viajen hasta allí saben que, eventualmente, se toparán con objetos de origen terrestre.
Tal como señala la organización Royal Museums Greenwich, hay diversas razones por las que se han dejado objetos en la Luna. La más usual es dejar espacio para que las muestras recogidas sean llevadas de regreso a la Tierra. De esta forma, el peso adicional de las rocas lunares no afectará al vuelo. “Cuando Neil Armstrong y Edwin Aldrin comenzaron su viaje de retorno, en 1969, se deshicieron de todo lo que no necesitaban. Esto incluía el tubo en el que se había enrollado la bandera de Estados Unidos, la cámara de televisión que habían usado para enviar imágenes y las herramientas que habían empleado para las recolecciones”.
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La mismísima NASA publicó un inventario de material creado por humanos que reposa en el suelo lunar. El listado reúne un sinfín de curiosidades. Entre los casi 800 ítems figuran los desperdicios que dejaron en aquel sitio las diversas misiones espaciales, incluyendo las seis tripuladas que gestionó el organismo estadounidense. Además de fragmentos de naves y vehículos motorizados que se emplean en investigaciones, hay banderas; cables y cámaras; un memorial que homenajea a los astronautas que fallecieron en la misión Apolo 11; toallas; una pluma y un martillo que se usaron para demostrar que caen a la misma velocidad en microgravedad; trípodes; además de la célebre foto familiar de Charles Duke, que llegó a la Luna en 1972.
Amén de las curiosidades en esa lista, la basura humana en la Luna representa un problema de complejo abordaje. Por un lado, huelga preguntarse por qué “ensuciamos” el espacio y no nos ocupamos de mantenerlo en orden. Por lo demás, hay que tener en cuenta que las condiciones propias de aquel paraje no permiten una degradación de los materiales, tal como ocurre en la Tierra. Sin vientos, agua o microorganismos, los objetos simplemente permanecen casi intactos a pesar del paso del tiempo.
¿Qué olor hay en la Luna?
Cuando pensamos en aventuras espaciales de esta índole, es habitual llevar la atención a los estímulos visuales y físicos. Ahora bien, ¿qué ocurre con otros sentidos, por ejemplo el olfato? En otras palabras, ¿los astronautas perciben en la Luna olores diferentes a los que pululan aquí en la Tierra?
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¿A qué huele, allí? Las historias narradas por los viajeros que llegaron al satélite coinciden al notar cierta pestilencia. Basándose en el hedor que quedó en sus trajes tras las caminatas —recordemos que, por razones obvias, fuera del módulo no se quitaron los cascos— señalaron que el olor es similar al de la pólvora o el carbón quemado. En esa misma dirección, el antes mencionado Aldrin dijo que el hedor se parece al de las cenizas de una chimenea.
Los que viajen a la Luna en 2025 podrían sorprenderse con los aromas en aquel sitio, siendo que es posible que hayamos estado equivocados durante estos cincuenta años de ausencia. Diversos estudios científicos han observado que, sin exposición al agua, la superficie lunar no tendría aroma. En tanto, que los olores percibidos por los astronautas fueron, en rigor, el resultado del contacto del módulo con el suelo desértico. Es decir: ese perfume similar a algo quemado en verdad provino de la Tierra.
Una cápsula con arte terrestre, en la Luna
Si la iniciativa Lunar Codex marcha según lo previsto por sus impulsores, los astronautas que viajen en la misión Artemis encontrarán en la Luna una cápsula con obras de arte provenientes de la Tierra. Anteriormente, TN Tecno conversó con Samuel Peralta, responsable de esa movida que pretende “perpetrar la creatividad humana en el espacio”.
En concreto, el plan consiste en el lanzamiento de un archivo digital con arte contemporáneo, poesía, réplicas de revistas, música, cine, podcasts y libros de más 30.000 creadores, de 157 países, incluyendo trabajos de argentinos.
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¿La idea es que esa cápsula sea abierta por los viajeros que lleguen a la superficie lunar? Consultado respecto a qué audiencia apunta el proyecto, Peralta respondió: “Por un lado, a los artistas y creativos involucrados en el proyecto. El acto de enviar sus obras a la Luna tiene como objetivo motivarlos a continuar con su trabajo. En segundo lugar, a otras personas en la Tierra que se enteran de esto y se dan cuenta de que una especie de inmortalidad artística puede estar al alcance. Y finalmente, a aquellos que en el futuro viajarán a la Luna, ya sean de nuestra especie o visitantes de otros mundos”.
La sorpresa en la Luna no será la basura humana, el olor o el arte terrestre, sino el agua
La mayor sorpresa para los astronautas que vuelen a la Luna será la eventual confirmación de la presencia de agua en el satélite terrestre. En la escena científica ya hay consenso respecto a la existencia de hielo en los polos, regiones a las que han apuntado misiones recientes, entre ellas la de La India. Antes, en el 2009, la NASA había detectado esa sustancia en el cráter Cabeus, y nueve años más tarde encontró evidencias de depósito de hielo en los cráteres que siempre están a la sombra, en los extremos norte y sur.
Recientemente, los investigadores señalaron que el volumen de agua en aquel sitio es 1.000 veces superior al de las estimaciones previas. Aquel hallazgo fue realizado por la sonda Chang’e 5, enviada a la Luna por China. De acuerdo a los estudios y las muestras, se estima que hay hasta 270.000 millones de toneladas de agua en la Luna, suficiente para llenar 100 millones de piscinas olímpicas.
La presencia de agua en la Luna es clave para las futuras misiones tripuladas hacia ese destino y, especialmente, para las previstas estadías de largo plazo en aquel paraje. En este contexto, surge un interrogante: ¿cómo aprovechar el recurso natural, mucho más cuantioso de lo que se había considerado hasta ahora?
Al respecto, hay un problema: el agua de la superficie lunar está incrustada en rocas y en cantidades reducidas. Una de las opciones es recolectar grandes porciones de suelo, calentarlo a 100 grados centígrados para provocar evaporación y almacenar el vapor de agua.
Esos esfuerzos no serán triviales: la extracción de agua in situ reducirá los costos de las misiones, evitando el transporte del recurso desde la Tierra. Además, esto permitiría que los astronautas tengan líquido para beber, bañarse, cocinar y limpiar. También servirá para producir combustible para cohetes; así, la Luna será el trampolín hacia otros destinos, con Marte entre ceja y ceja.