Desde muy pequeña, Laura Jane Richardson soñó con volar. De hecho, cuando apenas tuvo 15 años obtuvo su licencia de piloto de helicópteros, una pasión que la llevó a convertirse en miembro de las Fuerzas Armadas estadounidenses, combatir desde el aire en Irak y Afganistán y desarrollar una carrera militar poco usual para una mujer de esa época hasta llegar a dirigir hoy con el rango de general, a los 60 años, el Comando Sur de los Estados Unidos.
Richardson llega a la Argentina para reunirse con el jefe de Gabinete Nicolás Posse y el ministro de Defensa Luis Petri y es posible que tenga también un encuentro con el presidente Javier Milei. Ya ha dicho que una de sus principales preocupaciones es la influencia de China en la región, sobre todo el posible uso militar de la base espacial china en Neuquén.
Richardson es hija de un médico y de una maestra de Northglenn, Colorado. Estudió psicología en la Universidad Metropolitana estatal y allí sobresalió en natación, otra de sus pasiones que la llevó a convertirse en campeona del estado. “Soy ferozmente competitiva”, dice Richardson, y por eso, dijo, siguió la carrera militar en la que se enroló en 1986 hasta convertirse en una general de cuatro estrellas, el mayor rango en tiempos de paz.
«Estaba muy feliz de seguir mi pasión por volar y convertirme en piloto de helicóptero del Ejército. Ya había obtenido mi licencia de piloto privado cuando tenía 15 años. Mi primera asignación después de la escuela de vuelo fue en la República de Corea y desde entonces he estado destinada en todo Estados Unidos, así como en dos giras de combate, una en Irak y otra en Afganistán. He tenido una carrera increíble con algunas oportunidades únicas”, dijo en una entrevista, de las pocas en la que habló de su vida personal.
En el terreno, a bordo de un Black Hawk, comandó el Batallón de Helicópteros de Asalto en combate en la 101ª División Aerotransportada en una misión en Irak entre 2003 y 2004 y también cumplió misiones en Afganistán. Tiene muñeca política porque trabajó en Washington en cargos sensibles. Fue asistente militar del vicepresidente Al Gore en la Casa Blanca y era la encargada de llevar el maletín con los códigos de lanzamiento nuclear. Además, sirvió como Enlace Legislativo del Ejército con el Congreso y en el Pentágono como Planificadora de Campañas del Ejército.
Mientras tanto siguió estudiando: una maestría en Ciencias en Estrategia de Recursos Nacionales de la Escuela Dwight D. Eisenhower de Seguridad Nacional y otra en Estrategia de Recursos de la Universidad de Defensa Nacional.
En un entrenamiento de aviadores conoció a su marido, Jim Richardson, también piloto, y el destino los llevó a combatir juntos en Irak. «Fuimos la primera pareja casada del Ejército que comandaba dos batallones de aviación. Estuvimos en Irak en 2003 cuando nuestra hija tenía 14 años”, contó. En ese entonces, ella apareció en la portada de la revista Time, con casco y gafas de combate. Con el título “Cuando mamá va a la guerra”, Richardson contaba que su mayor temor era un ataque con armas químicas y ya no ver más a su hija Lauren que había quedado a cuidado de sus padres. Aquella niña hoy tiene más de 30 y ya la hizo abuela.
A poco de asumir, el presidente Joe Biden la eligió como jefa del Comando Sur (la primera mujer en ocupar ese cargo), un organismo conjunto con más de 1.201 militares y civiles que representan al Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, la Fuerza Espacial, el Cuerpo de Marines, la Guardia Costera y varias otras agencias federales de los Estados Unidos y que es responsable de brindar planes de contingencia, operaciones y cooperación en materia de seguridad para América Central, Sudamérica y el Caribe.
“Richardson me ha impactado como una líder capaz y carismática”, dijo a Clarín Evan Ellis, profesor de Estudios latinoamericanos en el Instituto de Estudios estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de EE.UU. “Es una gran profesional, pero con una gran calidad humana que se vislumbra en sus interacciones”, agregó este experto que la conoce personalmente.
Ellis destaca el momento de la gira. “Mi impresión es que ella entiende perfectamente la importancia de Argentina como socio. Entiende la importancia de este “momento”, con este gobierno, para colaborar más y mejor en diversas áreas. Creo que hay mucho de qué hablar, y existe una gran voluntad de ambas partes. Por supuesto es posible que el tema de conversación sea China”. Agregó que “es inspirador tener una jefa del Comando Sur siempre dispuesta a mostrar su conocimiento y atención en temas como la presencia china en la infraestructura dual de puertos, espacios, y sectores digitales que podrían impactar en la seguridad del hemisferio”.