El 14 de enero de 2023, en una entrevista de domingo con Clarín, Javier Milei dejó una frase tan cruda que generaba cierta conmoción leerla, e incluso escribirla. «La solución más feliz para Juntos por el Cambio sería que yo me muera», escupía sin ningún tipo de tapujo el entonces candidato a presidente, a siete meses de las PASO, cuando las encuestas lo perfilaban como un animador de las elecciones venideras pero ni el libertario más optimista, por fuera de él mismo, creía que el 10 de diciembre de ese mismo año iba a asumir la Presidencia de la Nación
El tiempo le dio la razón a Milei en términos de impacto político. Su aparición generó prácticamente la extinción de Juntos por el Cambio, una coalición super exitosa en comicios provinciales, que la llevó a lograr una histórica decena de triunfos en todo el país, pero que fracasó rotundamente en las elecciones nacionales, ya desde una PASO que hizo crujir una durísima interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, pero más todavía cuando en las generales de octubre la ahora ministra de Milei terminó tercera, con menos del 24%, y afuera del balotaje.
El PRO, como fuerza central de esa experiencia aliancista al aglutinar a los dos precandidatos presidenciales, empezó a sentir el daño que le había hecho Milei ese mismo día. Tal vez por eso se armó una cumbre 48 horas después del golpe en la casa de Mauricio Macri en Acassuso, con Bullrich y el ex presidente garantizándole un apoyo en el balotaje que terminó siendo decisivo, de acuerdo al relato del partido con sede en la calle Balcarce, pero que con el diario del lunes entre los libertarios consideran que, incluso sin cerralo, Milei le hubiera ganado al kirchnerismo.
A casi cinco meses del inicio del gobierno de Milei, el futuro del PRO es una verdadera incógnita. Si bien la inminente asunción de Mauricio Macri como presidente del partido le imprime cierta expectativa interna, nadie tiene claro todavía cómo va a jugar políticamente y sobre todo cómo van a convivir en un mismo espacio figuras que a partir del internismo de los últimos años sufrieron un desgaste natural, como el propio ex presidente, Rodríguez Larreta o María Eugenia Vidal, las tres figuras centrales del partido hasta 2019, cuando gobernaban en simultáneo Nación, Ciudad y la provincia de Buenos Aires.
Ante ese contexto interno, también se abren espacio otras figuras del partido, en ascenso, como los gobernadores Jorge Macri, Ignacio Torres y Rogelio Frigerio y los influyentes diputados Cristian Ritondo y Diego Santilli. Además, también se mira con atención como jugará Patricia Bullrich, identificada hoy con el gobierno libertario pero siempre con una pata adentro del partido y atenta a los movimientos de cara al electoral 2025.
Fusión, coalición o una tercera posición
Muchos de los actores que juegan la interna del PRO coinciden en que la aparición de Milei obliga a pararse al partido en un lugar que no dé lugar a dudas de cara al futuro y más allá del comicio del año que viene. Y allí entran en discusión tres posibilidades: una fusión completa con los libertarios; una coalición, con matices, pero alineados; o directamente mantener una postura independiente como partido y esperar el momento de volver a ser gobierno. Esa encrucijada resulta dificil de resolver porque un éxito en la gestión de Milei en los próximos años podría detonar al PRO como partido, pero a la vez, si el modelo libertario fracasa, las esquirlas también lo salpicarían.
«Hay cosas que todos tenemos claro que compartimos con lo que propone Milei, sobre todo lo que tiene que ver con las políticas económicas del gobierno, la idea de baja de déficit, de terminar con la inflación», dice una fuente que, a la vez, aclara que también existen muchos lineamientos del Gobierno con los que el partido amarillo entra en conflicto. Y enumera: «En política exterior pensamos que no se negocia solamente con Estados Unidos e Israel; a la institucionalidad le damos un valor muy importante; y educación y salud son cuestiones que creemos que el Estado siempre tiene que atender».
La comparación que se hace dentro del PRO respecto a la relación con los libertarios es similar a la que se hacía en su momento con el radicalismo, con la diferencia de que Milei ahora gobierna. «Tenemos muchas cosas que nos separan, pero también coincidencias», explican quienes promueven la idea de una coalición similar a la de Juntos por el Cambio, entre los que en principio se incluyen Santilli, Ritondo, Vidal y hasta el propio Mauricio Macri. Los proclives a una fusión, que responden a Bullrich, bajan la idea de un alineamiento total al presidente. Y están los que ven a Milei en una vereda completamente opuesta y se niegan a negociar una alianza, como Rodríguez Larreta.
Hay una palabra que sobrevuela dentro del PRO. Autocrítica. Es la que piden que se haga de manera conjunta entre todos respecto a lo que fue la estrategia electoral del año pasado, aunque están quienes piensan que es tardía y que ya es repetida en el tiempo. «Hicimos tres autocríticas en los últimos años y ninguna sirvió, algo estamos haciendo mal como partido y la gente nos lo hizo sentir en las urnas», comenta un dirigente de peso que repasa la experiencia fallida de 2019, con derrota dura ante el kirchnerismo, una elección de medio término en 2021 que no colmó las expectativas y una en 2023 donde la caída fue contundente, desde los números, pero sobre todo simbólicamente.
Circula un informe a nivel bonaerense que consigna que el partido cosecha números subterráneos de adhesiones en el electorado. Apenas 4,5% de los consultados se identifican con el PRO en un escenario de grieta que no deja más lugar que Milei o kirchnerismo. Un porcentaje que asemeja más al partido con los números de las fuerzas de izquierda que con los de un espacio con aspiraciones serias de gobernar.
Calaron hondo, por otro lado, las repercusiones de la cena de la Fundación Libertad, territorio PRO en ediciones anteriores, que fue copada por el mileísmo y por el propio Presidente, que no tuvo reparos en criticar aspectos de la gestión de Mauricio Macri, que lo miraba desde la primera fila casi invisibilizado por un stand up del libertario que se llevó todas las luces de la noche y el aplauso de gran parte del círculo rojo presente en Parque Norte.
¿Qué conviene: juntos o separados?
El desembarco de Macri como presidente del partido la semana que viene, tras un viaje familiar del que regresa en estos días, coincide con la necesidad de diseñar una estrategia hacia 2025. La buena sintonía con Milei sigue existiendo, más allá de que el ex presidente ya descarta íntimamente la idea de fusionar ambos partidos y le ha bajado la intensidad a su intención de poblar diferentes puestos de un gabinete con rasgos cada vez más libertarios.
No obstante, la posibilidad de competir juntos en 2025 es real, aunque queda una duda difícil de saldar a tanta distancia temporal. ¿Qué conviene? Ir coalicionados podría darle a los libertarios y al PRO un triunfo claro y tal vez significaría un golpe duro de asimilar para el kirchnerismo en el comicio de medio término. Pero también hay quienes creen que si van todos separados las posibilidades de sumar más diputados y senadores y conformar un Congreso con mayoría entre oficialismo y aliados es muy tentadora.
La senaduría por la Ciudad que se renueva el año que viene resulta muy atractiva. Allí Macri podría ser una opción, si él decide volver a exponerse a una candidatura con el riesgo de perder, con el agregado de que en caso de ganar derivaría en un trabajo legislativo de cuatro años para alguien que hizo un culto de la gestión desde el Ejecutivo, tanto porteño como nacional, y que no pareció disfrutar tanto su paso por el Congreso hace ya dos décadas.
¿Bullrich podría animarse a competirle a su antiguo jefe en un mano a mano? Quienes conocen a la ministra de Seguridad ven ahí una pelea que hoy difícilmente esté con ganas de dar. Contenta con su desempeño en la función pública, con niveles de imagen positiva altos y ladera de Milei, Patricia siempre mirá para más adelante.
Todavía mastica bronca con Macri por, entiende ella, no haberla apoyado lo suficiente en las elecciones pasadas, en las que quedó a las puertas de un balotaje que, cree ella también, hubiera ganado. Perfilarse hacia una eventual sucesión de Milei parece muy lejano en el tiempo, aunque Bullrich ya priorizó otras veces sus ganas de ser presidenta por encima de candidaturas de medio término.
Qué va a ser Larreta es otra gran incógnita. Jugar, muy probablemente, pero desde dónde falta definir. Lo que tiene claro el ex jefe de Gobierno es que si es candidato a nivel porteño el año próximo será lejos de una coalición con Milei y seguramente más cerca de construir un proyecto propio con quien fue su ladero en 2023: el radical Martín Lousteau. Ahí se vislumbra otro frente para atender y seguir de cerca: si el ex alcalde desafía en una interna el poder que empezó a construir Jorge Macri como jefe de Gobierno en este primer cuatrimestre.
Por lo pronto, como Macri, Larreta estuvo de viaje, aunque en Estados Unidos y por cuestiones académicas. Dio clases en la Universidad de Harvard durante varias semanas, aunque ya está de regreso. La que también viene ejerciendo la docencia es Vidal, que los jueves da clases de Políticas Públicas en la Maestría de la Universidad Torcuato Di Tella, aunque también se hace tiempo para estudiar y terminar un doctorado en Educación. Su relación con Macri y Larreta sigue siendo de mucho afecto, aunque el ex presidente tuvo un gesto con ella hace poco: la designó al frente de la Fundación Pensar, el histórico Think Tank del PRO.
El Congreso que viene y el peso de los gobernadores
El año próximo el PRO pondrá en juego nada menos que 22 bancas en la Cámara de Diputados y dos senadurías nacionales que deberán ser validadas, en Entre Ríos y en la ciudad de Buenos Aires, a cargo ahora de Alfredo de Ángeli y Guadalupe Tagliaferri. No son desafíos fáciles para cubrir, que generan preocupación interna sobre cómo se va a jugar esa elección.
Entre los diputados que tienen que renovar sobresalen siete de perfiles muy diferentes, pero con peso propio, tanto por nombre como a nivel territorial. Los bonaerenses Diego Santilli, Alejandro Finocchiaro y Gerardo Milman, el santafesino Luciano Laspina, y por la Ciudad de Buenos Aires, Vidal Hernán Lombardi y Fernando Iglesias.
El caso de Santilli tal vez sea el más relevante, porque de acuerdo a mediciones realizadas, fue uno de los pocos que sobrevivió al naufragio del larretismo en 2023. Arrastrado por una derrota clara en el mano a mano Larreta-Bullrich, perdió de manera muy ajustada su interna con Néstor Grindetti para la gobernación y menos de un año después se vislumbra como el candidato más fuerte que tiene a nivel bonaerense el PRO hacia un último mandato del kirchnerista Axel Kicillof, que en 2027 deberá elegir un recambio.
Santilli cultiva un buen vínculo con Javier Milei, mantiene su amistad con Rodríguez Larreta y siempre mostró afinidad tanto con Macri como con Bullrich. ¿Se puede todo a la vez? En su caso pareciera que sí, sobre todo porque su figura resulta tentadora para liderar una candidatura el año que viene y más todavía para imaginar una postulación para la gobernación en tres años y recuperar un bastión clave perdido en 2019, cuando Vidal fue derrotada.
Los gobernadores pisan fuerte hoy dentro del PRO. Por pedido de Mauricio Macri, tanto Jorge Macri como «Nacho» Torres como Frigerio van a conducir el partido a nivel provincial, en la Ciudad, en Chubut y Entre Ríos, aunque también pesan en las decisiones internas del partido: Torres, por caso, será parte del Consejo nacional. En tanto, Frigerio, si bien mira la discusión partidaria de afuera, también representa un dirigente con proyección nacional.
Los tres están incluidos dentro del grupo de gobernadores que apoyan los postulados del Pacto de Mayo que propone Milei y respaldan la Ley de Bases, que todavía espera media sanción en el Senado. Pero, a la vez, desde la decena de representantes propios que tiene Juntos por el Cambio en las provincias, también intentan marcarle límites al Gobierno en temas como coparticipación, Ganancias y diferentes decisiones que tocan las arcas provinciales.