Argentina y España enfrentan, en estos días, una de las peores crisis diplomáticas de su historia. Y lo que agrava el conflicto es justamente esa historia, que vincula a ambos países desde hace más de 500 años y que excede largamente a Javier Milei y a Pedro Sánchez. Pero además, no se trata sólo de un recorrido histórico sino del presente. El vínculo bilateral se mantiene hoy vivo en lo económico, cultural y migratorio.
Datos: hay más de 100 empresas españolas en la Argentina y se trata del segundo inversor directo más importante detrás de Estados Unidos. Telefónica, el Banco Santander y hasta Cabify, entre muchas, son empresas de origen español.
Argentina, además, es el país con más residentes españoles fuera de su tierra: cerca de medio millón, muchos de los cuales participan del proceso político español votando en las elecciones. De modo inverso, se estima que unos 300 mil argentinos viven en España.
Ni Milei ni Sánchez parecen estar a la altura de aquel pasado y este presente, poniendo en jaque al futuro.
El argentino basa su ataque en dos argumentos endebles para la diplomacia internacional: acusa a su par español de haber comenzado él la pelea (”yo ataco si me atacan”, plantea, casi como en una rencilla de barrio) e intenta encapsular los cruces en el campo de las “relaciones personales” que no involucra, creen, a su condición de jefe de Estado.
Polémica por los viajes: ¿personales u oficiales?
El viaje de Milei ya arrastraba un polémica en este sentido. Si era personal, ¿por qué viajó con avión oficial y gastos a cargo del Estado para ir a un acto de un partido de ultraderecha local? Para defenderlo, en el Gobierno respondieron con una agenda que incluía contactos con empresarios españoles. Lo que dispara la repregunta: si el viaje tenía carácter oficial, ¿cómo pretender que sus declaraciones agraviantes contra la esposa de Pedro Sánchez se reduzcan solo al ámbito personal?
Las justificaciones de Sánchez, de discurso más fluido y modos más formales, terminan siendo igual de débiles. El año pasado se metió en la disputa presidencial argentina y apoyó a Sergio Massa agitando el fantasma de la “ultraderecha”. El y funcionarios de su entorno, quienes también agraviaron a Milei. Ahora apuntan al libertario con el mismo eslogan, pero lo usan para su propia campaña regional. En junio habrá elecciones en la Unión Europea.
La canciller Diana Mondino lo puso en palabras: espera que la tensión baje una vez que pase el proceso electoral en la UE. En un punto, Milei y Sánchez se sienten a gusto como referentes de la contienda política/ideológica internacional.
El Gobierno español ha dicho de manera temeraria que está dispuesto a romper relaciones si el presidente argentino no ofrece una disculpa pública a tono de su agravio. Un despropósito. Desde Buenos Aires ya avisaron que deberán seguir esperando. Responden que no hubo pedido de perdón cuando el ministro de Transporte de Sánchez apuntó a Milei por “ingerir sustancias”.
Los empresarios de ambos países siguen la puja con atención y cautela. Las relaciones argentino-españolas están tan arraigadas en la sociedad que las asumen como naturales a ambos lados del Atlántico. Por eso, necesitan ser conducidas dentro de un marco de racionalidad y amistad, evitando los exabruptos y aprovechamiento y oportunismo político.