No será este miércoles un día cómodo para quienes prefieren entender la política como un escenario en donde se enfrentan bandos delimitados por el blanco y el negro.
La Cámara de Diputados rechazó el Decreto presidencial que le otorgó 100 mil millones de pesos de fondos reservados a la SIDE, y la votación contó con el imprescindible aval de los miembros del PRO que responden a Mauricio Macri. Para que ese DNU pierda vigencia, falta que también lo vote en contra el Senado de la Nación, algo que podría ocurrir esta misma semana si la oposición consigue los apoyos para tratarlo en la sesión del jueves. Es difícil que las cosas se acomoden con tanta velocidad, pero a veces pasa. Un dato: el PRO también votará en contra del DNU en el Senado.
La primera complicación para ver lo que ocurrió en blanco y negro salta sola. Macri es el principal aliado político que tiene Javier Milei y con la decisión que tomó este miércoles a la mañana en un zoom con legisladores y dirigentes de su partido, pone al jefe libertario frente una derrota histórica: podría ser la primera vez que el Congreso rechaza un DNU de un Presidente.
Hay dos maneras de explicar esta paradoja. En primera instancia, Macri y el PRO están trabajando contra el poder de Santiago Caputo, el asesor presidencial más cercano que tiene Milei y que tiene a su cargo, entre otras múltiples cuestiones determinantes para el Gobierno, la organización y el funcionamiento de la SIDE. Aunque prefiera no decirlo, Macri no le perdona a Caputo la larguísima lista de descalificaciones que distribuyó el asesor en sus conversaciones reservadas sobre él y sobre su Gobierno y la paciente oposición que mantuvo hasta hoy sobre el ingreso de dirigentes macristas a la gestión de Milei. Un diputado del PRO que no es de los más cercanos a Macri lo explica de modo más directo. «¿Cómo le vamos a dar a Caputo los fondos reservados que va a usar justamente para tratar de destruir al PRO?», dijo esta misma semana para argumentar sus prevenciones contra el DNU.
En el Senado también hay que mirar los grises para entender lo que pasa. El juez federal Ariel Lijo llegó a la Comisión de Acuerdos para defender su postulación a la Corte Suprema, presentada, como debe ser, por el presidente Milei. Antes del arranque de la audiencia, se conoció que el cuerpo había cambiado a uno de sus miembros: el senador fueguino Pablo Blanco fue reemplazado por el correntino Eduardo Vischi. Los dos son radicales. El fueguino es el vicepresidente del bloque y el correntino es el presidente. La diferencia entre ellos es que Blanco dijo varias veces que votaría en contra del pliego de Lijo y Vischi, aunque nunca hizo pública su posición en este tema, suele apoyar en votaciones claves al oficialismo.
Esa modificación podría ser determinante para la suerte de la postulación de Lijo, porque si Vischi vota a favor, el pliego podría llegar a los 9 sufragios y obtener el dictamen de mayoría necesario para llevarlo al recinto. Ese noveno voto era muy importante porque José Mayans, jefe de bloque del kirchnerismo, adelantó el martes que la responsabilidad de sacar el dictamen era del oficialismo y que ellos no estaban dispuestos a apoyarlo si el Gobierno no conseguía ese número.
El principal defensor en el Gobierno de la postulación de Lijo es Santiago Caputo. Entonces, ¿debe interpretarse este cambio como un triunfo de sus gestiones en el Senado? Más grises. Vischi está alineado con el gobernador correntino Gustavo Valdés, pero quien llamó para pedirle que se siente en la comisión de Acuerdos es el senador Maximiliano Abad. El bonaerense está en San Francisco, como parte de una delegación de políticos que viajaron a Estados Unidos invitados por la Fundación Universitaria Río de la Plata. Abad es un dirigente que consulta sus pasos con Ernesto Sanz, ex gobernador mendocino, ex senador y ex presidente de la UCR. ¿Qué conecta a Valdés y al binomio Sanz-Abad? Todos ellos tienen excelente relación con el juez de la Corte Ricardo Lorenzetti, el promotor original de la candidatura de Lijo.
Lorenzetti lleva meses tratando de conseguir apoyos en el Senado para Lijo. Se encontró con varios senadores y llamó a otros para promover a su pupilo. Lijo tampoco se quedó quieto. En las últimas semanas se reunió con casi todos los senadores dialoguistas. Varios de ellos, incluso, fueron invitados a cenar al tercer piso de la avenida Libertador donde vive el juez federal, para quedar protegidos de los celulares con cámara que recorren todos los rincones de la Ciudad en los bolsillos de porteños y visitantes. Otros senadores fueron a ese mismo lugar a tomar café a solas con Lijo, pero sin el beneficio de la cena.
El supermiércoles del Congreso tiene más costados grises. La suerte del DNU quedará también en parte desde ahora en manos de Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación y enfrentada en la interna del Poder Ejecutivo con Javier Milei y su hermana Karina Milei. Esa pelea no se agota allí. Por supuesto, Villarruel también está enfrentada con Santiago Caputo. Eso quedó de manifiesto, por ejemplo, este martes, cuando repitió que a Lijo le faltan «rectitud y honestidad» para sentarse en la Corte Suprema. Sin llegar a la intensidad de la vicepresidenta, Macri también se puso en contra de Lijo. Casualidad terrible para quienes entienden la política como un encadenamiento de conspiraciones.
La tirria de los hermanos Milei y Caputo con Villarruel está hoy en su momento máximo. El Presidente dice en privado que la vicepresidenta pretende manejar partes del presupuesto. «Está desesperada por la caja», repite Milei en sus momentos de furia. El Presidente también sostiene que Villarruel llegó a pedir una silla en el directorio de YPF y que su plan de máxima es pasar a controlar la SIDE. Son frases que se pronuncian en la intimidad del poder y que luego se desmienten en público.