jueves, 26 diciembre, 2024
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Perdidos en el espacio exterior

Debían viajar por ocho días al espacio pero acabarán permaneciendo allí ocho meses: los dos astronautas transportados a la Estación Espacial Internacional (EEI) no podrán volver a la Tierra en la nave Starliner de Boeing y deberán hacerlo con su competidor SpaceX en febrero, anunció la NASA.

Que la agencia espacial estadounidense haya optado por esa solución resulta una bofetada para su histórica socia Boeing con repercusiones para la tripulación, debido a la extensión de la estancia de los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams en la EEI. Y también porque deberán volver en una nave de la empresa rival propiedad del magnate Elon Musk.

«La NASA ha decidido que Butch y Suni regresarán con la tripulación del Crew-9 en febrero próximo, y que Starliner regresará sin tripulación», anunció el jefe de la NASA, Bill Nelson, en rueda de prensa tras una reunión del comité de toma de decisiones operativas.

Boeing informó que el foco de su programa se está «centrando, sobre todo, en la seguridad de la tripulación y de la nave». Este es un nuevo traspié para el gigante estadounidense que sufrió repetidos reveses por fallas en su producción de aviones de línea y retrasos de proyectos espaciales.

Solución radical alternativa

Los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams despegaron a principios de junio a bordo de la nave Starliner y desde entonces seguían en la EEI, a la que su nave espacial permaneció acoplada. En principio, la Starliner debía traerlos de vuelta a la Tierra ocho días después de partir, pero los problemas detectados en su sistema de propulsión llevaron a la NASA a poner en duda su fiabilidad y adoptar la solución alternativa.

Los dos astronautas estancados en la EEI «apoyan completamente la decisión de la agencia y están listos para continuar su misión a bordo», aseguró Norm Knight, jefe de la Dirección de Operaciones de Vuelo de la NASA.

Equipos técnicos de Boeing y de la NASA realizaron pruebas para comprender mejor la causa de los problemas detectados en vuelo, en particular con los propulsores de la nave. La inquietud principal ha sido que Starliner no fuera capaz de alcanzar el empuje necesario para salir de órbita e iniciar su descenso a la Tierra. Es por ello que la NASA decidió que no existían condiciones absolutas de seguridad para la nave, por lo que retornará vacía.

Intentar regresar con estas fallas de Starliner «era simplemente demasiado arriesgado para la tripulación», dijo Steve Stich, un alto funcionario de la NASA.

Una misión regular de SpaceX, denominada Crew-9, deberá despegar a finales de septiembre hacia la EEI, pero con sólo dos astronautas a bordo en lugar de cuatro. Permanecerá acoplada a la EEI hasta su regreso previsto a la Tierra en febrero. Será en ese viaje de vuelta que los dos astronautas de SpaceX se sumarán los dos tripulantes de Boeing.

«SpaceX está lista para ayudar a la NASA en cualquier forma posible», expresó la número 2 de la firma, Gwynne Shotwell, en la red social X. Esto también afecta la imagen ya castigada de Boeing, luego de una ola de fallos y cuestionamientos sobre la calidad de sus aparatos, principalmente varios modelos de sus aviones comerciales. «Es un problema de imagen», destacó Cai von Rumohr, analista aeronáutico de TD Cowen, quien añadió que «podría poner en peligro futuros contratos con la NASA».

Cautela de la NASA

«No es un buen momento para Boeing», declaró al ser consultado Erik Seedhouse, profesor de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, quien consideró que la decisión es «muy vergonzosa» para la gigante estadounidense. Boeing había asegurado a principios de mes que estaba «confiada» en la capacidad del Starliner «para regresar sano y salvo con la tripulación». Pero la NASA, extremadamente cautelosa desde los accidentes mortales de los transbordadores espaciales Challenger y Columbia, persistió en exigir análisis adicionales.

Hace diez años, la NASA encargó una nueva nave espacial a Boeing y otra a SpaceX para transportar a sus astronautas a la EEI. Con dos vehículos siempre tendría una solución en caso de problemas con uno u otro. Pero la empresa del magnate Elon Musk se impuso sobre Boeing y fue el único transportador espacial tripulado estadounidense en los últimos cuatro años. Este primer vuelo tripulado de Starliner, que llegó con años de retraso, iba a ser la prueba final antes de iniciar sus operaciones regulares. 

Los tropiezos de Boeing

En 2014, la NASA eligió a dos empresas, Boeing y SpaceX, para que cada una desarrollara una nueva nave espacial capaz de transportar a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI). La agencia espacial estadounidense les pidió que estuvieran preparadas para 2017 con el fin de dejar de depender de las naves rusas, que usaba desde la retirada de los transbordadores espaciales estadounidenses en 2011.

Boeing obtuvo un contrato de 4.200 millones de dólares, frente a los 2.600 millones de SpaceX. En aquel momento, la empresa del millonario Elon Musk era considerada la «perdedora» frente a Boeing.

En diciembre de 2019, durante un primer vuelo de prueba no tripulado, la cápsula no se colocó en la trayectoria correcta y regresó a la Tierra prematuramente al cabo de dos días, sin llegar a acoplarse a la EEI. El fracaso se debió a que la nave no sabía qué hora era por un error en un su reloj interno, que llevaba once horas de retraso. Esto impidió que la cápsula encendiera los propulsores a la hora prevista. La NASA se dio cuenta entonces de que otro problema de ordenador podría haber provocado una colisión catastrófica. Dio al fabricante una larga lista de recomendaciones y modificaciones que debía realizar.

En agosto de 2021, cuando el cohete ya estaba en la plataforma de lanzamiento para otro intento de vuelo, un problema de humedad provocó una reacción química que bloqueó la apertura de algunas de las válvulas de la cápsula. Como consecuencia, volvió a fábrica para ser inspeccionada durante meses.

En mayo de 2022 Starliner completó su primer vuelo de prueba no tripulado. A pesar de algunos contratiempos, como un problema con el sistema de propulsión, la nave despegó, llegó a la EEI, donde permaneció acoplada varios días, y aterrizó a su regreso en un desierto en EE.UU.: fue su primer éxito.

En 2023 se hicieron públicos otros problemas que retrasaron los preparativos del primer vuelo tripulado. Uno fue provocado por el diseño de los paracaídas que frenan la cápsula a su vuelta a la atmósfera. Se modificó y se realizaron nuevas pruebas. El otro fue aún más sorprendente: la cinta adhesiva utilizada para envolver varios metros de cables eléctricos en el interior de la cápsula resultó ser inflamable y hubo que retirarla.

A principios de junio de 2024 llegó el gran día: la cápsula despegó con sus dos primeros astronautas en una última misión de prueba para demostrar que Starliner era segura, y a continuación inició sus operaciones. Pero durante el vuelo se descubrieron fugas de helio, un gas utilizado para crear presión en el sistema de propulsión. Varios propulsores fallaron antes de que la cápsula se acoplara a la EEI, aunque todos menos uno volvieron a encenderse. Estos problemas hicieron temer a la NASA que la cápsula no fuera capaz de alcanzar el empuje necesario para regresar a la Tierra. Por ello, la agencia espacial tomó una decisión radical: transferir a los dos astronautas a una misión de SpaceX y hacer que Starliner regrese vacía. El programa ya ha costado a Boeing 1.600 millones de dólares más de lo previsto.

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