El lunes fue un Papa. Y al viernes siguiente pareció ser otro. El primer día hábil de la semana que pasó, Jorge Bergoglio recibió en el Vaticano, por primera vez en categoría de visita oficial, a una comitiva de la CGT. La reunión esquivó cualquier definición explícita sobre la actualidad política argentina. El único de todos los sindicalistas peronistas que rompió lo acordado con sus pares, que habían consensuado no incomodarlo con reclamos sobre la Argentina de modo explícito o mencionando al Gobierno de Javier Milei, fue el camionero Pablo Moyano. “Estamos viviendo un momento muy particular. El ajuste del gobierno de Milei es salvaje”.
Bergoglio respondió corto, seco y contundente: “Gracias, gracias”. Y agregó: “Hay que dialogar”. Nada más. Evitó confrontar con la Casa Rosada. Los representantes de la CGT escucharon otras palabras respecto a lo que, entendieron, sí fue un mensaje sobre la crisis de nuestro país, aunque implícito. Fue cuando les contó que él, desde muy joven, habían aprendido la importancia que tiene el trabajo en el desarrollo de una ciudadanía. “La cultura del trabajo es muy importante. Hoy, vivimos un distorsión muy grande cuando se alienta a la vagancia. Los vagos (sic) no comprenden la importancia del esfuerzo laboral”, resumió su pensamiento, palabras más, palabras menos.
Al viernes siguiente, Bergoglio se apartó del discurso que había escrito para leer en un encuentro con referentes de movimientos sociales organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, un acto que lideró en el Palacio San Calixto, y como nunca antes en su papado aludió de modo muy negativo y directo a varias de las políticas de un Presidente argentino. No solo eso. Defendió a uno de los más acérrimos opositores al oficialismo, uno de sus mejores amigos y aliados, el abogado Juan Grabois, fundador de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP).
Francisco criticó a lo que llamó “la represión” del Gobierno; alentó los reclamos callejeros de los más carenciados, siempre que sean por causas justas, y hasta denunció posible corrupción gubernamental describiendo un pedido de coimas a un empresario de parte de dos funcionario a los que no identificó. Sus palabras de amparo a algunas de las protestas más polémicas de Grabois tuvieron repercusión en los medios nacionales e incluso internacionales. Fue llamativa, por lo inédito en palabras con este estilo, la defensa que hizo sobre el accionar de este dirigente en la toma temporaria que su movimiento organizó en el 2020 en un campo de Entre Ríos de la familia Etchebere (Luis Etchebere había sido ministro de Agroindustria de Mauricio Macri). Las repercusiones de esos dichos, mencionados en un discurso con otra espesura conceptual sobre el valor de la organización política de los más carenciados, continúan hasta hoy.
Sin embargo, Bergoglio hizo una defensa más polémica aun pero sobre otra dirigente mucho menos conocida que Grabois, también amiga suya, quien fue presa (por un período breve) en el marco de una causa judicial en curso en la que está acusada de delitos graves, como lo son los de fraude a la administración pública, asociación ilícita en calidad de jefa y peculado. Se trata de la cordobesa Alicia Peresutti, con la que Bergoglio mantiene un vínculo cercano desde que era Arzobispo de Buenos Aires. El Papa describió a Peresutti como una víctima de una mafia estatal que la llevó a la cárcel no por haber cometido crímenes, si no por denunciarlos, siempre según su visión de los hechos. Fue tal vez el momento de su discurso ante los movimientos sociales más controversial. Más allá de fueron sus otros dichos, sobre la represión, sobre Grabois, sobre el capitalismo y la gestión Milei los que generaron estrépito en la opinión pública.
Conviene detenerse en la historia de Peresutti y lo que Bergoglio dijo sobre ella para tomar magnitud de la gravedad de lo que, de modo sopresivo, terminó siendo una denuncia muy fuerte del Papa sobre posibles faltas de garantías constitucionales para la ciudadanía argentina.
Momentos antes de elogiar el trabajo de Grabois en el campo de los Etchebere, Bergoglio se quejó por la situación en la que se encuentra su amiga Peresutti, describiéndola como una perseguida política. Dijo así: “El narcotráfico, la prostitución infantil, la trata de personas, la violencia brutal en los barrios y todas las formas de criminalidad organizada crecen. Estoy pensando a una mujer valiosa, argentina, la Peresutti, a la que la metieron presa por denunciar todas estas cosas…”.
¿El caso de Peresutti es realmente así como lo denunció Francisco?
Alicia Peresutti fue auditora de la Municipalidad de Villa María, Córdoba, cargo para el que fue electa en comicios en los que ganó quien sería jefe de comunal de esa localidad, Martin Gill.
De acuerdo a la investigación judicial en la que fue imputada y por la que cayó presa algunos días hasta que se determinó que podía estar libre debido a que no haría obstrucción de Justicia, la dirigente conformó una posible asociación ilícita con otro imputado en el caso, Ernesto Lazarte, director de la Asociación Nazareth, que tuvo como objetivo crear una Asociación Civil bautizada como Mama Antula. Las pruebas documentas y los testimonios indican que Peresutti movió influencias en la política de Villa María para nombrar como Presidenta de esa Asociación a Graciela Santina Sánchez (luego electa intendenta del distrito Ballesteros, también en Córdoba), y como Tesorera a Lorena Pinta. Lo que la Justicia dictaminó tener acreditado para esta instancia del proceso, fue que la amiga del Papa, Peresutti, logró que el Estado, a través de diversos entes dedicados a la ayuda social, le otorgue subsidios por grandes montos de dinero a la Asociación Mama Antula.
En un allanamiento que se realizó en uno de los domicilios vinculados a esta trama, se detectaron chats telefónicos y documentación que acreditaría que Peresutti, siempre en posible complot con Lazarte, Pinta y Ballesteros, falseó las rendiciones de los gastos que la Asociación Mama Antula entregó como comprobantes de cómo se habían gastado el dinero de los contribuyentes supuestamente destinado a financiar a la ONG que se dedicaba a cuidar a víctimas de trata de personas.
Entre otras pruebas, en el expediente constaría que Peresutti le pedía a comerciantes de Villa María, y otros prestadores de servicios, que emitieran facturas truchas para justificar gastos de cientos de miles de pesos. “No debería figurar nada de compras en alcohol, eso no nos sirve”, diría una de sus indicaciones que la comprometerían en su situación procesal.
Peresutti había dejado su puesto en la municipalidad de Villa María para ocupar el cargo de Directora de Relaciones Institucionales de la Defensoría del Pueblo de la Nación.
Las maniobras por que las que fue imputada habrían ocurrido entre el 2021 y el 2022, como mínimo.
El caso lo instruye la fiscalía de Segundo Turno de Villa María, Córdoba, cuya titular es Juliana Companys.
Peresutti siempre se jactó en su localidad de tener llegada directa a Francisco. La avalaba, en realidad, aun la avala, la realidad.
El Papa acaba de defenderla de un modo tal como no lo hicieron otros dirigentes cercanos a ella, más allá de familiares directos.
Peresutti viajó al Vaticano varias veces, siempre invitada por Bergoglio.
En octubre del 2022, “la Peresutti”, como la mencionó Francisco el viernes pasado, fue la principal oradora en el llamado “Encuentro por la Paz”.
Además de sus vínculos con la ONG Mama Antula, Peresutti fue reconocida en el pasado como fundadora de otra organización llamada Vínculos en Red, dedicada a denunciar casos de trata de personas y de narcotráfico en su provincia.
La Justicia ordenó su detención en la causa Mama Antula en septiembre del 2023.
Peresutti fue presa, igual que el resto de los imputados en su expediente.
Estuvo estuvo detenida alrededor de cuatro semanas, hasta que la jueza de Control, María Dottori, le otorgó la libertad argumentado que no había riesgo de obstrucción de la investigación.
Estando en prisión, Peresutti denunció mediante una carta pública que era un “presa política” y que la causa por la que fue imputada estaba armada con fines políticos.
Lo cierto es que la Justicia detectó sus posibles delitos cuando investigaba otro caso en el que se acusó al amiga de esta dirigente, Lazarte, titular de la ONG Nazareth, por la posible comisión del delito de abuso sexual. En la pesquisa de este otro expediente, se descubrieron las facturas truchas por varios millones de pesos que comprometen a la amiga del Papa.
No existen elementos objetivos que avalen, tal como dijo Franciso en el Vaticano el viernes pasado, que Peresutti fue presa por denunciar la trata de personas en Córdoba.
¿Alguien le informó mal a Bergoglio sobre las pruebas que hay en la Justicia sobre posibles delitos cometidos por su amiga?
En ámbitos de poder de Córdoba las palabras del Papa sobre Peresutti causaron impacto.
La ex funcionaria municipal ya había sido imputada años atrás en otro caso en el que se investigaron posibles sobreprecios pagados por el municipio en el que ella era auditoria y, tal como denunciaron concejales de la oposición de esa localidad, ella también quedó en el centro de las sospechas cuando se “perdieron” las declaraciones juradas del entonces jefe comunal, Gill, que estaban bajo custodia de la hoy defendida del Sumo Pontífice.
Clarín pudo reconstruir esta historia en base a fuentes que conocen la trastienda de la investigación judicial.
El Papa terminó esta semana criticando al Gobierno de Milei como nunca antes había hecho con otra gestión presidencial de la Argentina.
Después de recibir a la CGT, se había reunido con la ministra de Capital Humano del Gobierno, Sandra Pettovello, a la que no le habría adelantado nada de lo que diría después sobre la Administración Nacional del libertario.
Los jefes de la CGT hablaron con él se sorprendieron por sus declaraciones posteriores sobre Milei, según admitieron a Clarín varios de esos gremialistas.
Bergoglio pareció alentar con su discurso a la protestas de los movimientos sociales enemigos de las políticas de La Libertad Avanza.
¿Esto cierra de modo definitivo un posible viaje a la Argentina como Sumo Pontífice?
Al menos con los sindicalistas del PJ, Bergoglio fue ambiguo.
Les explicó que no podría viajar a Buenos Aires en noviembre o diciembre próximo, tal como había pensado, porque tiene compromisos otras autoridades eclesiásticas en Roma.
Pero a su modo, sin decir mucho pero a la vez dando a entender bastante, afirmó que podría visitar la Argentina a principio del año próximo. Aunque con una aclaración: no pisaría Buenos Aires. Si viaja, lo haría a de Santiago del Estero. Y a otra provincia más. De la Patagonia.