viernes, 17 enero, 2025
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5 claves que explican por qué sigue habiendo cortes de luz en cada ola de calor

La ola de calor que abrió la «temporada 2025» de cortes de luz en la región del AMBA volvió a poner sobre el tapete la crítica situación que arrastra la prestación del servicio, debido a las fallas operativas, que ya afectan a todos los eslabones del sistema eléctrico: generación, transporte y distribución.

Pese a que no llegó alcanzarse el récord de demanda previsto por los técnicos de Cammesa, los 37 grados de máxima registrados el jueves dejaron más de 70.000 hogares de Edenor y Edesur sin suministro eléctrico.

¿Por qué sigue habiendo cortes de luz con cada ola de calor?

De no haber sido por el descenso del 18% que registra la demanda industrial en lo que va de enero con respecto a diciembre y la desconexión de tres transformadores de Transener, que afectaron durante casi dos horas el suministro en Rosario y la zona sur de Santa Fe; los cortes en las horas de intenso calor hubieran alcanzado, como mínimo, a 120.000 familias y comercios en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, según estimaron especialistas del sector.

Más allá del silencio de la Secretaría de Energía, comandada por María Tettamanti, y los reclamos del Gobierno porteño de Jorge Macri al ENRE y a Edesur para que «restauren» de manera inmediata los suministros cortados; la fragilidad operativa y vulnerabilidad técnica que presenta el sistema eléctrico hacen que la amenaza de los cortes masivos se mantenga latente ante las próximas olas de calor que se esperan para lo que resta de enero y el mes de febrero.

5 datos claves que explican los cortes de energía eléctrica

El análisis de los técnicos oficiales y privados sobre el funcionamiento que tuvo el sistema eléctrico en los primeros días de altas temperatura del año dejó en evidencia cinco datos relevantes.

1. Generación, en estado crítico

El sector de generación sigue en estado crítico y sin posibilidad de poder atender la demanda interna cuando supera los 27.000 MW. Pese a contar con una capacidad instalada total de 43.000 MW, el parque de generación solo está condiciones de aportar el 60% de ese nivel de energía, debido a que varias máquinas térmicas se encuentran fuera de servicio por obsoletas y otras por falta de inversiones.

2. Importación de energía eléctrica por déficit

Para cubrir parte del déficit de generación fue necesario importar el equivalente a casi el 8% de la demanda. De los casi 1.900 MW que ingresaron ayer, 1.767 MW llegaron de Brasil y les permitieron a la Cammesa no tener que aplicar cortes temporarios a grandes usuarios y distribuidoras. Hasta ahora, la gestión mileísta no ha dado ninguna señal para incentivar la concreción de inversiones privadas que permitan ampliar la oferta de energía eléctrica. Solamente para asegurar el abastecimiento en el AMBA se requieren incorporar entre 2.000 y 2.500 MW de nuevas usinas que demandan entre 24 y 36 meses de trabajos de ingeniería e instalación de los equipos generadores.

3. Importación de gas para mantener las centrales

Pese al incremento de la producción local y los proyectos en marcha para exportar GNL, el Gobierno se vio obligado a importar gas natural desde Chile para poder alimentar a las centrales térmicas asentadas en las provincias de Tucumán y Salta. A través del gasoducto Norandino se importaron en la última semana entre 1,5 y 2,5 millones de metros cúbicos diarios (MMCD) de gas de la planta trasandina de GNL, ubicada en el puerto de Mejillones. Si bien se trató de una operación inusual y extraordinaria, el hecho puso en evidencia la necesidad de culminar cuanto antes las obras pendientes de la reversión del Gasoducto Norte, destinado a llevar el gas de Vaca Muerta a las provincias norteñas. Con lo construido hasta ahora se pueden despachar 15 MMCD y una vez que concluya la tercera etapa de las obras, la capacidad de transporte se elevará a 19 MMCD.

4. Falta de infraestructura para la distribución de luz

En el sector de distribución quedó nuevamente expuesto el impacto provocado por la falta de inversiones en las redes de media y baja tensión, debido a las cambiantes políticas energéticas de las últimas dos décadas y a los congelamientos tarifarios que tuvieron Edenor y Edesur hasta principios del año pasado.

A juzgar por el alcance y duración de los cortes, el «Plan de Contingencia y Previsión para meses críticos del período 2024/26 —que el Gobierno puso en marcha en octubre pasado— no ha mostrado aún los resultados iniciales que se esperaban. Entre otras medidas, el plan contemplaba que las distribuidoras metropolitanas iban a «implementar acciones de mantenimiento preventivo para evitar fallos mayores y asegurar que la infraestructura existente funcione a su máxima capacidad». Además, debían instalar «Unidades de Generación Móvil (UGEM) propias o contratadas en las zonas más críticas».

5. El transporte, al límite

La situación límite de las líneas de transporte eléctrico no solo comprometen el normal abastecimiento de la región metropolitana, sino también a las provincias del Litoral. A Transener—la empresa privada que opera la red nacional de transporte eléctrico y cuyo 50% de la sociedad controlante que está en manos de la estatal Enarsa la gestión mileísta quiere sacar a la venta— se le averiaron ayer tres transformadores que dejaron sin luz por casi dos horas a cerca de 1 millón de usuarios en la zona sur de la provincia de Santa Fe. Esas fallas implicaron la caída inicial de 750 MW, que luego de una hora se redujeron a 400 MW, sin que se pudiera evitar un marcado apagón que afectó principalmente a la ciudad de Rosario.

Al igual que con las inversiones en generación, el Gobierno también sigue demorando la licitación del proyecto AMBA I, que está planificado desde hace 10 años para ampliar y mejorar las redes de transporte de esa región que concentra casi el 40% del consumo eléctrico a nivel nacional. Las obras en juego comprenden nuevos tendidos de líneas de alta tensión y estaciones transformadoras para asegurar el abastecimiento en las zonas densamente pobladas del Norte y Oeste del Gran Buenos Aires y limitar los riesgos de fallas en las subestaciones de Ezeiza y General Rodríguez que están operando al límite de sus capacidades técnicas.

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