viernes, 21 febrero, 2025
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El cantante de The Cult habla de Tévez, Maradona y Messi, y asegura que le harán pasar vergüenza a bandas con integrantes de 20 años

Cuarenta años atrás, la banda The Cult editaba un álbum llamado Love, que los ponía en el mapa grande del rock británico. Sin embargo, el metro cuadrado asignado no estaba del todo claro; parecían un poco góticos, pero sus canciones eran demasiado rockeras como para la melancolía del género.

The Cult tenía mucha energía como para estar deprimido, y al mismo tiempo despedían un halo de oscuro misterio que los emparentaba con los murciélagos de la darkwave.

The Cult volverá a la Argentina después de muchos años. Foto de prensa

“Creo que eso venía de mi fascinación con las ropas de los años ’60 – le dice el cantante Ian Astbury a Clarín– porque había dos cosas que me gustaban: la música y la ropa”.

También recuerda haber visto la película de los Beatles por TV: Magical Mystery Tour, en 1967, cuando tenía cinco años. “Por supuesto, en blanco y negro, pero no me quejé porque en aquel entonces tener un televisor era como un lujo, y todo el mundo que tenía uno vio la película de The Beatles”.

Quizás ahí esté la clave por haber sido sometido al trauma de ver escenas tan coloridas reducidas al blanco y negro del tubo catódico. A eso se le podría agregar el recuerdo de haber quedado atrapado con su madre en medio de una turba de chicas histéricas que gritaban “porque los Beatles estaban en la ciudad”.

La primera visita a la Argentina

Ian Astbury tiene una memoria prodigiosa y recuerda todo: su infancia en Liverpool, el gol de Pelé en Goodison Park durante el campeonato mundial de 1966 donde habitualmente juega el Everton, su equipo de fútbol; nuevamente la televisión, que le acercó el descenso del hombre en la luna y luego a David Bowie, su adolescencia en Glasgow, los primeros pasos con Southern Death Cult, y también la primera visita de The Cult a la Argentina.

Ian Astbury recuerda claramente su primera visita a la Argentina y su fascinación por Buenos Aires. Foto de prensa

“Fue en 1991, obviamente que lo recuerdo: ¡es Bonassaris! (Buenos Aires), que para mí es una de la ciudades más importantes del mundo. Por eso le pusimos Ciudad Oculta a uno de nuestros discos (Hidden City, 2016)”.

Así como los Oasis sostienen que el jugador del Manchester City que más alegrías les dio fue Sergio “Kun” Agüero, Ian Astbury quedó encantado al ver que Carlitos Tévez, en su paso por la Juventus, festejó un gol levantándose la camiseta dejando ver otra que decía “Ciudad oculta”.

“¿Sigue jugando Tévez en Boca? ¡Quiero ir a ver Boca-Rosario! ¿Ah, se retiró? ¡Qué lástima! Pero definitivamente quiero ir a algún partido cuando toquemos; muchas de las personas que nos vieron en River en 1991 hoy están en posiciones de influencia, así que alguien me conseguirá entradas”.

Eso será cualquier día menos el 1º y 2 de marzo que son las fechas programadas para que The Cult toque en Obras en el marco de una nueva visita a la Argentina.

“Va a ser una crucifixión –promete- venimos de hacer 56 shows y llegaremos en muy buena forma. Salvajes, con el puñal en la boca. Le hacemos pasar vergüenza a bandas con integrantes de 20 años”.

Rumbo al éxito global

Tampoco es que sean tan viejos: Ian Astbury tiene 63 años, que si bien no son pocos no son tantos como los que tienen Paul McCartney o The Rolling Stones. Lo que no impide que The Cult sea una banda histórica; Love marcó el inicio del interés por su música en Argentina, pero el álbum siguiente, Electric, lo acrecentó.

Ian Astbury en vivo en un recital de The Cult. Foto de prensa

“La única diferencia es que estábamos más borrachos –bromea-, pero es verdad que nuestra música se puso más rockera. Originalmente grabamos el disco con Steve Brown, pero para mí sonaba muy denso y yo quería ir al hueso. Y es entonces cuando a través de los Beastie Boys conozco a Rick Rubin que se ofrece a mezclar el disco en Electric Ladyland, los estudios de Jimi Hendrix, y nos cambia el sonido por completo”.

Atrás quedaron los trapos oscuros y el sonido cavernoso: The Cult se había convertido en una banda de hard-rock y el nuevo estilo les sentaba de maravillas. Ese cambio se acentuó con el disco siguiente, Sonic Temple (1989) en donde apuntaban al rock de estadios sin tapujo alguno, transformándose en una banda de éxito global.

También dejaron de ser una banda inglesa porque Ian Astbury y su compañero de nave, el guitarrista Billy Duffy, se radicaron en California, buscando escapar de la inclemente meteorología británica. Astbury vive en Los Feliz, un barrio bohemio de Los Angeles, que rápidamente volvió a encontrar su ritmo habitual tras los recientes incendios que arrasaron Pacific Palisades y Malibú.

“Nosotros tuvimos que ser evacuados –explica Astbury- pero estamos todos bien, solamente fue un susto. Me gusta el barrio, vivo al lado de un templo budista, cerca del observatorio Griffith Park y hasta Aldous Huxley (escritor, autor de Un mundo feliz y Las puertas de la percepción) vivía calle abajo”.

A partir del nuevo milenio, The Cult vio cómo su popularidad encontraba un nuevo nivel, un nicho diferente: el de banda, paradójicamente, de culto, que tiene fieles en todo el globo aunque no alcance los lugares de privilegio en los rankings, hoy atiborrados de hip-hop, pop angustiado y el eterno Ed Sheeran.

“Ahora estoy con la física cuántica –dice Astbury, mitad en serio, mitad irónicamente- y si observamos las modalidades de comunicaciones de fines del siglo pasado, el modo en que los artistas alcanzaban al público, vemos que todo eso se ha evaporado».

Y agrega: «Estamos en una era de comunicación muy diferente: vivimos más tiempo, la tecnología nos ayuda a sonar mejor, y también sabemos que tenemos más herramientas que podemos aplicar a nuestra vida espiritual. La tecnología nos permite amplificar mejor nuestras voces creativas. Nos encontramos en un paradigma muy diferente al de los comienzos de la banda, cuando todavía nos llamábamos Southern Death Cult”.

Lo que razona Astbury, de un modo bastante sofisticado para un artista de rock, está influenciado por una multitud de lecturas que él se complace mostrar por Zoom recorriendo con la cámara de su laptop una enorme biblioteca de la cual se nutre.

“Ahora estoy leyendo a Chögyan Trungpa Rimpoche, un maestro tibetano del budismo, y un libro muy interesante llamado ¿Quién mató a Van Gogh?, que es una serie de hechos y teorías sobre él. Creo que las revistas y los libros son tecnología del futuro; las enciclopedias eran tecnología del futuro, solo que ahora cambiaron de forma y vienen como archivos digitales», dice.

Prosigue: «Lo mismo pasa con la música y creo que con The Cult hemos ido evolucionando razonablemente bien sin cambiar la esencia. Nosotros venimos de una era pre-digital y atravesamos cambios sísmicos en la cultura, asimilando cada uno de ellos sin reaccionar, sino respondiendo, que son cosas muy distintas. Muchos artistas e instituciones reaccionan a los cambios tratando de ofrecer una réplica de lo nuevo, se apuran para lograrlo y en el camino no prestan atención. En cambio, con The Cult prestamos atención vorazmente”.

¿Cómo conciliar el análisis cultural y de época de Ian Astbury con su costado futbolístico? “Debería ser muy simple: ustedes, con Maradona, tenían tecnología del futuro. Hoy es una deidad y estoy seguro que cada hincha de fútbol argentino adora a Maradona. Lo mismo que debe suceder con Messi. Estos dos ejemplos me hacen pensar que a la Argentina, en un futuro, le va a ir realmente muy bien”.

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