sábado, 15 marzo, 2025
InicioDeportesConfirmado: Milei no es un peronista con peluca

Confirmado: Milei no es un peronista con peluca

Hay semanas tortuosas, crueles, miserables, y hay semanas peronistas, como esta; son las peores. Los kirchos hicieron lo que mejor les sale: empiojar. Gobernando, mamita querida; pero con qué aptitud obstruyen, alquilan barrabravas, tiran piedras, prenden fuego y buscan sangre. Pato Bullrich, que fue pirucha, monto y tiraba bombas en jardines de infantes (según Milei: no se la agarren conmigo), no iba a ceder ante estos imberbes: mandó sus tropas a aniquilar la protesta por los jubilados, que tuvo de todo, aunque se echó de menos a los jubilados. Aniquilar no es un verbo de grata memoria; a Pato le encanta. Difícil que haya visto Desorden público, la flamante serie de Netflix que muestra cómo se debe reprimir la violencia callejera en un régimen democrático; menos mal: la necesitamos con las botas bien puestas. A los enemigos, ni justicia. Che, es tremendo: no consigo deshacerme de la terminología peroncha de los años 50 y 70. Prometo prescindir de ese glosario luctuoso, rémora de tiempos felizmente ya superados. Por cada libertario que caiga, caerán cinco de la casta.

De los 150 detenidos durante los disturbios, antes de que cantara el gallo la jueza Andrade liberó a 160; quería asegurarse de que no quedara ninguno. El Congreso, adentro y afuera, excita a los soldados del General. Adentro, o pudren todo o venden caras sus contribuciones; afuera, hacha y tiza. ¿Estoy siendo un poco injusto? Más que un poco. Qué es esto de mirar para un solo lado cuando Lousteau, presidente de los radichetas, llamó hipócritas a sus compañeros de bloque, que devolvieron la gentileza recordándole que fue ministro de Cristina y embajador de Macri. Suelta de agravios y carpetazos no en un comité o en un pasillo: en plena sesión, sentados en sus bancas. La violencia de arriba –digo, de la Cámara alta– engendra la violencia de abajo: en Diputados se boxearon y se tiraron vasos de agua. Hay que anotar los nombres y volver a votarlos, cosa de que nunca les falte material a los que escriben columnas costumbristas.

El Senado transita horas gloriosas. Que hasta aquí haya habido más consenso para aprobar a Oyarbide Lijo que a Manuel García-Mansilla es un sketch que le debemos a Javi. Me hace acordar a la bromita de Diego: Messi compartiendo vestuario en Sudáfrica con el Chino Garcé, aquel 4 de Colón (dicho esto más por Garcé que por Messi: que Manuel no se la crea). A esta altura de la soirée es imposible saber si quedará uno, los dos o ninguno. Está la posibilidad de que a G-M lo boche el Senado y siga en la Corte en comisión, historia que podría terminar en el Tribunal de La Haya o en Hollywood. Otra vez: a retener los nombres y no olvidar el ingenio del Pelu, que ha convertido la integración de la Corte en el set de Gran Hermano.

Entre otras cosas, al Presi le admiro su piel dura. Antes del escándalo de $LIBRA se había animado a promocionar una universidad privada, Eseade, hija de Alberto Benegas Lynch, “el prócer”. Divulgó en las redes un programa que se llama, en su honor, Presidencia de la Nación, y que lleva su imagen. Imagino que a partir de ahora veremos la marca Milei en otras iniciativas y productos: peluquerías, veterinarias, congresos de la lengua, y, por qué no, en una criptomoneda. Lo digo muy en serio: el propio Trump tiene su meme coin, obviamente conocida como TrumpCoin, y Melania también lanzó la suya. Serás lo que debas ser, o si no serás vendedor de tokens. Anteayer, Trump fue por más y organizó en los jardines de la Casa Blanca una exhibición de autos Tesla, los que hace Elon Musk, funcionario de su gobierno; además, le compró uno. Tomá mate y no te olvides de los bizcochos, porque no todos los días se ve a la Casa Blanca convertida en concesionaria. Asombrosa la evolución de los líderes de la nueva derecha: lejos de aquellos pelos al ras o engominados; de sacos azules y pantalones grises; de discursos graves y ceremoniosos. Hoy hacen la guerra cultural con perfil de rockeros, tienen roperos eclécticos, viven en las redes y se volvieron populistas. Su vínculo con la moral y las buenas costumbres es difuso: difunden otros valores.

Javi, por suerte, lleva su propia agenda. Seis días después de la inundación cayó en Bahía Blanca, sin avisar; muy bien: si avisaba lo hubiesen recibido kirchos o barrabravas. Que las víctimas de esa tragedia inconmensurable le perdonen la demora y la sorpresa: es un año electoral, y en el alma de un presidente lastima más una rechifla que el agua.

Sobre el vuelo privado que trajo a Ezeiza a la jovencita Laura Belén Arrieta, con más de diez valijas que las autoridades de la Aduana prohibieron requisar, no tengo mucho para agregar: la nota de anteayer de Carlos Pagni lo explica todo. En realidad, casi todo: faltó decir que el misterioso avión, la misteriosa escala de siete días y la misteriosa carga sin revisar no habrían perturbado nuestras vidas si no fuera porque seguramente hubo un agente de la Aduana que buchoneó. ¿Agente de la Aduana buchón? La pesada herencia de Massita.

Y, no lo olvidemos, de Cristina Antonini Wilson.

Conforme a los criterios de

Más noticias
Noticias Relacionadas