El título histórico del París Saint Germain en la Liga de Campeones tiene un protagonista claro: el entrenador Luis Enrique, que con unos métodos exigentes y una gran ambición cambió todo en el club, diez años después de haber sacado campeón de Europa al Barcelona: “Tenemos estrellas que están en función del equipo y no al revés”, dijo ayer en Munich.
Antes de la victoria sobre el Inter, Luis Enrique ya era la cara de un equipo que pasó la página de la era de las superestrellas, cuando Mbappé, Messi o Neymar atraían los focos. Llegó hace 24 meses a Paris y ya se ganó un lugar eterno en la historia del PSG y del fútbol francés.
En la Champions que ganó en 2015 su protagonismo parecía mucho menor, eclipsado por el glamour del tridente Messi, Suárez y Neymar.
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El público francés descubrió pronto cómo era su idea de juego, basada en la posesión y la presión, pero también su fuerte temperamento, sus manías y su intención de ser “fuerte con los fuertes” en el vestuario.