martes, 5 agosto, 2025
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Marta, de la niña que jugaba sola en Dois Riachos a la máxima gloria mundial

Marta llegó al mundo el mismo año en el que la Selección brasileña femenina disputó su primer partido oficial. Era 1986 y Brasil lucía una novedad que cumplía apenas siete años: el fin de un decreto, vigente entre 1941 y 1979, que les prohibía a las mujeres jugar al fútbol, por tratarse de un “deporte incompatible con las condiciones de su naturaleza”. Quizás aquella coincidencia cronológica sea algo más que una mera casualidad: con el inicio de la existencia de uno de los mejores seleccionados de jugadoras del mundo, nació también quien sería su máxima estrella, una leyenda del deporte global y una de las futbolistas más alabadas del mundo, esa que este último fin de semana, a sus 39 años, fue clave en la conquista de la novena Copa América para la nación verdeamarela.

Todo parecía haberse terminado entre Marta y su Seleção después de los Juegos Olímpicos de París 2024, en los que Brasil se colgó la medalla plateada tras perder en la final ante su par de Estados Unidos. Sin embargo, este año “A Rainha“ (”La Reina“) dio la sorpresa con su reaparición rumbo a la Copa América 2025. “Quiero volver a Brasil con orgullo, sabiendo que di lo mejor y seguimos siendo las máximas ganadoras”, contó en diálogo con la Conmebol en la previa del inicio de la competencia que se desarrolló en Quito, Ecuador. La histórica jugadora reveló entonces sus enormes ganas de compartir campo de juego con futbolistas brasileñas más jóvenes, esas que encarnan la nueva generación de la exitosa Selección de Brasil. “Ser ícono de este equipo me motiva muchísimo -contó-. Jugar con ellas es un privilegio y un desafío. Las más jóvenes corren muchísimo y me obligan a correr también. Es como si me arrastraran con su ritmo. Tengo que estar concentrada y mostrar que, sin importar la edad, una sigue aportando. Aquí nadie corre por Marta, corremos todas juntas”.

El presente de la leyenda brasileña a la que incluso el propio Pelé dijo admirar legitimó esos deseos de ser parte de esta décima edición de la Copa América. La futbolista que el año próximo jugará su décima temporada con el Orlando Pride, arribó al torneo continental con valiosos y flamantes pergaminos: además de liderar al equipo estadounidense en su primer título de la National Women’s Soccer League (NWSL), Marta integró el once ideal del torneo y sumó 11 goles en todas las competiciones, la mayor cantidad de anotaciones que ha marcado en una sola temporada desde su llegada en 2017.

Desde esa dorada actualidad, la nacida en el pequeño municipio de Dois Riachos -donde un cartel da la bienvenida a “la tierra de Marta”- se ganó un lugar en el plantel conducido por Arthur Elias. Alternando ingresos desde el banco y titularidad, la ‘10’ más famosa del mundo construyó junto a sus compañeras la solidez necesaria para llegar hasta la final sin sobresaltos. Y, una vez allí, en el último partido, el que resultó más difícil y el que era más importante, demostró que su llama futbolística -esa por la que es considerada la mejor jugadora de todos los tiempos- sigue más encendida que nunca.

Marta fue suplente en la final e ingresó a los 82 minutos. A los 96, cuando se jugaban los últimos segundos del tiempo de descuento y Colombia superaba 3-2 a Brasil, un rebote le quedó a disposición desde afuera del área -porque las jugadoras colombianas osaron dejarla sola- y la diosa del fútbol brasileño no perdonó: sacó un fortísimo y espectacular zurdazo que mandó el partido a la prórroga. “Fue un golazo. Perfecto. Creo que ni siquiera un arquero de fútbol masculino podría haberlo parado, porque fue extremadamente rápido“, analizó su autora, en un testimonio recogido por la web oficial de la FIFA.

En ese tiempo suplementario, volvió a emocionar a la torcida: a los 105 minutos, marcó el 4-3 que supuso la ventaja de las brasileñas antes del empate de las cafeteras. Aunque no lograría convertir en la tanda de penales que definió al campeón de la Copa América (su penal lo atajó Katherine Tapia), Marta ya había sido fundamental. Ya había devuelto a su Seleção al partido y le había dado vida otra vez. Y el destino del fútbol quiso premiar la calidad y los esfuerzos de la heroína de 39 años. La arquera paulista Lorena contuvo dos penales -el último a Jorelyn Carabalí-, la definición desde los doce pasos cerró 5-4 y la Canarinha se consagró campeona continental: la novena Copa América femenina conquistada por Brasil y la cuarta en el palmarés de Marta, después de los títulos en 2003, 2010 y 2018.

«Tengo a estas chicas que son maravillosas“, reconoció a sus compañeras la leyenda del fútbol, esa que ahora luce en sus estadísticas 120 goles (tres en esta Copa América) con la Selección brasileña en 199 partidos (174 como titular), según registros del diario Lance. Aunque sus números y su técnica la vuelven todopoderosa, es tan humana como cualquiera. “Volví temblando tras mi penal, pero no me fallaron: siempre estuvieron confiando en que saldríamos adelante y Lorena detendría los penales”, les agradeció Marta.

Fue reconocida seis veces como Jugadora del Año por la FIFA (2006-2010 y 2018), es la máxima goleadora de la historia de los Mundiales (tanto a nivel masculino como femenino, con 17 anotaciones), ganó tres medallas plateadas olímpicas, una Copa Libertadores, una Champions League y múltiples campeonatos nacionales en las diferentes ligas en las que jugó. Y sin embargo, hay un trofeo que ella pone en lo más alto: el día que su madre, Doña Tereza, esa mujer que la crió sola junto a sus tres hermanos y la defendió cuando le decían que por ser niña no podía jugar a la pelota, la vio disputar un partido de fútbol por primera vez en Brasil, con Santos por aquella Libertadores 2009.

Quienes aman el fútbol sueñan con tenerla en la próxima Copa del Mundo, esa que alojará justamente Brasil en 2027. Ella, en realidad, sueña ahora con formar una familia. “Puede que un día me despierte y decida llamar a mi médico para ver si todavía es posible. Si lo es, entonces chau, tengo que irme“, dijo en la previa del debut en esta, su última Copa América. Antes de entrar a jugar la final contra Colombia, cuando todo era fútbol en su cabeza, se habló hacia sus adentros: “Tranquila, respira: tienes el potencial para ayudar a estas chicas“. Humilde, pensó en las demás. Y se calmó cualquier ansiedad ella misma, como siempre, la única niña que se atrevía a jugar a la pelota en Dois Riachos cuando ya no había prohibiciones pero todavía palabras y miradas patriarcales no querían dejarla brillar. Como siempre, el fútbol la abrazó, y Marta pudo más.

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