Casi dos horas después de lo pautado, Javier Milei subió al escenario del Luna Park. El Presidente se bajó recién al filo de las 11 de la noche después de cantar, reivindicar la teoría libertaria, cargar contra «los malditos comunistas, prometer cuatro mil reformas nuevas de modernización .
Con sobretodo negro de cuero, el Presidente ingresó desde el campo y, rodeado por sus custodios, se mezcló con la multitud que lo esperaba -entre 5 y 6 mil espectadores- que desde las 18 había empezado a ingresar al mítico estadio porteño a paso lento por los controles de seguridad, a cargo de la Policía Federal.
Arriba del escenario montado sobre la calle Madero ya habían tocado dos temas la banda que conformaron el diputado Bertie Benegas Lynch en la batería; su hermano Joaquín en guitarra y Marcelo Duclos, biógrafo del jefe de Estado, en el bajo.
«¡Libertad, libertad!», le devolvió el Presidente a los militantes antes de volver a entonar Panic Show de La Renga y de sugerir que estaba allí para darse el gusto de cantar con una banda en vivo.
Detrás de un atril, solo, y ya de traje, el presidente agradeció a todos por el acto que calificó como «la fiesta de la libertad», a todos los ministros y en especial a su hermana Karina «el jefe» a cargo de la organización del evento que tenía como excusa la presentación de su nuevo libro Capitalismo, Socialismo y la Trampa neoclásica (Editorial Planeta), que había planeado originalmente presentar en la Feria del Libro. «Gracias kirchneristas», les dedicó a las autoridades de la Fundación El Libro después de que abortara esa opción en medio acusaciones cruzadas.
Milei le hizo guiños al público que pidió cárcel para Cristina Kirchner. «Los acompañaría con los cantos, pero me van a acusar de violar la independencia de poderes y ya tengo muchos quilombos», dijo entre risas. Lo mismo hizo cuando se escucharon insultos para el presidente de gobierno de España Pedro Sánchez. «La canciller (Diana) Mondino me va a pedir horas extras», ironizó.
En tono docente, por momentos, y más efusivo, en otros, el presidente dedicó más de 60 minutos a desmenuzar su libro, que incluye una sección de discursos políticos (entre ellos el del 1 de marzo frente al Congreso) y una serie de debates de teoría económica. «El mercado es un proceso de cooperación social en el que se intercambian voluntariamente derechos de propiedad. Si hay propiedad privada no hay Estado (…) No hay fallas de mercado. Si está el Estado, el problema son los políticos «, sostuvo en su enésima diatriba contra la intervención estatal.
El mandatario pidió menos divisiones teóricas por matices entre liberales. «No entremos en el purismo, porque si no, nos comen los zurdos», señaló.
Antes tuvo tiempo para celebrar especialmente a su jefe de asesores económicos Demian Reidel y a Federico Sturzenegger, más aplaudido que el ministro de Economía Luis Caputo
Milei aprovechó su discurso para cargar contra la «agenda de los aborteros» a los que comparó con los planes natalidad que propuso Thomas Malthus y criticó la Agenda 2030 de Naciones Unidas y a quienes lo acusan de ser «anticiencia». «Los que se creen tan avanzados con la agenda del aborto, es de más de tres mil años y es una agenda absolutamente asesina por un par de salames que hicieron mal las cuentas. Pero el señor Milei es un negacionista de la ciencia», se quejó.
Hubo abucheos para Karl Marx, insultos a Keynes y aplausos para Adam Smith y los referentes de la escuela austriaca y los libertarios estadounidenses.
Distraído por los militantes que lo saludaban al grito de «Peluca», Milei saludó a sus padres, sentados junto a Karina Milei, el resto del Gabinete y la vicepresidenta Victoria Villarruel.
Pasadas las 22.15 el vocero Manuel Adorni subió al escenario para presentar a José Luis Espert que se sumó a un conversatorio con el Presidente, el plato fuerte en palabras de Milei.
Adorni introdujo al mandatario como si él fuera un presentador de boxeo y el presidente un pugilista: «el máximo exponente de la libertad en el mundo, el presidente con mejor imagen del continente, el aniquilador de déficit fiscal, el exterminador de curros y de operetas: el presidente Gerardo Javier Milei”, arengó el vocero. En realidad fue una entrevista al jefe de Estado en el que cruzaron elogios a él y a la gestión.
«En el fondo soy un calzonudo», contestó ante quienes lo acusan de misógino. Al final, cuando una porción de los asistentes ya se habían empezado a retirar llamó a seguir dando la batalla cultural. «Hay que darla en todos lados, porque si no los zurdos nos van a llevar puestos», sentenció antes de que el papel picado y las luces marcaran el final del show.