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Un pulso de esperanza en medio de los escombros del derrumbe en Villa Gesell

Un pulso de esperanza en medio de los escombros del derrumbe en Villa Gesell

Desde Villa Gesell

Después de una jornada de sosiego iniciada a primera hora del martes por el derrumbe de los edificios Dubrovnik y Alfio I en Villa Gesell (que hasta ahora tienen como saldo un muerto, tres personas rescatadas y un número no precisado de desaparecidos), apareció un indicio que alienta las esperanzas de los casi 300 rescatistas y los allegados de quienes quedaron atrapados bajo las toneladas de escombros: las máquinas con tecnología sonar utilizadas para localización acústica detectaron pulso a nueve metros de profundidad de las montañas de ruinas.

  • En vivo. La búsqueda tras el derrumbe en Villa Gesell

Así lo hizo saber Hugo Píriz, jefe del cuartel de bomberos de la localidad balnearia, quien estuvo hasta entrada la madrugada del miércoles trabajando en la segunda fase de la remoción de escombros que incluyó el aporte de una grúa de 45 metros de pluma, la cuál ayudó a agilizar la extracción de los restos de material hasta entonces extraídos únicamente de manera manual.

De acuerdo a lo señalado por Piriz, ese pulso podría ser el de una persona, aunque igualmente intentó ser prudente respecto a la confirmación de un anuncio de semejante sensibilidad. No obstante ello, otra información generó expectativas: la modulación de la máquina con tecnología sonar se produjo en el mismo lugar donde antes los perros de rescate habían detectado algo.

A un día y medio del inicio de las tareas, se estima que ya fueron removidos los escombros de aproximadamente cuatro de los diez pisos del apart hotel Dubrovnik, la construcción que se vino abajo a las 0.30 del martes y aplastó en tu caída también la mitad del Alfio I, un edificio lindero de departamentos del cual se rescataron tres personas, mientras que una falleció.

Además de eso, los rescatistas también trazaron pequeños túneles y apuntalaron los escombros para poder avanzar a través de estos pasajes como forma de recortar el laberinto de cemento y ladrillos dentro del cual permanece atrapado un número aún no determinado de personas, aunque se estima que el número ronda la decena.

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