Madrid, 1 nov (EFE).- Conciliar los intereses económicos con la protección medioambiental y fomentar la educación ecológica entre las nuevas generaciones son algunas claves facilitadas a EFE por expertos en la materia para potenciar el cuidado del entorno natural en el Día Mundial de la Ecología, que se conmemora hoy.
Así lo explica el ecólogo urbano y director de la Fundación Ecológica Urbana y Territorial, Salvador Rueda, quien hasta el año 1986 ocupó un puesto técnico de medioambiente en Barcelona y vivió desde dentro las contradicciones de la administración a la hora de afrontar problemas ecológicos.
«Hicimos muchos diagnósticos muy precisos y elaboramos el primer mapa de ruidos de una ciudad grande en España, planteando soluciones para el ruido y la contaminación, pero finalmente nos encontrábamos enfrente a los demás departamentos del propio Ayuntamiento, que lo que querían era fomentar la actividad económica», ha lamentado.
En aquellos años «era casi imposible resolver algo» desde un puesto como el suyo, ya que «nuestro trabajo no servía luego para tomar decisiones» -dice- en una sociedad en la que «tener coche era sinónimo de progreso y todo lo que tuviera que ver con otro funcionamiento de la ciudad era rechazado».
En un intento por «abordar la realidad de manera integral» impulsando un nuevo paradigma más ecológico, desarrolló el concepto de la «supermanzana», un modelo urbanístico a medio camino entre las manzanas tradicionales y el barrio, en el que el espacio interior es peatonal y cuenta con diversos servicios, mientras que el tráfico está limitado a su parte exterior.
Rueda lo define como «otro fractal de la ciudad que incorpora todas las piezas del urbanismo: las densidades, la movilidad, la habitabilidad del espacio público, la economía, el metabolismo, la biodiversidad y también la cohesión social y las nuevas tecnologías».
Aplicando este modelo a una ciudad como Barcelona «se pudo liberar el 70 % del espacio público reduciendo tan solo el 15 % del tráfico vehicular», además de «agregar el derecho a la cultura y al entretenimiento».
Una propuesta posterior sería crear «dos capas verdes»: una en superficie y otra, en las cubiertas de los edificios, para tender «una especie de alfombra que cubra prácticamente toda la ciudad» y «afrontar mejor el impacto del cambio climático creando unos espacios con paisajes visuales y sonoros maravillosos».
Desde el punto de vista ecológico, las ciudades son «los ecosistemas más complejos que el ser humano ha creado», asegura Rueda, quien ha mostrado su preocupación por «los intereses de los fabricantes de coches eléctricos que ahora reclaman puntos de conexión a la red en la calle: eso mantendría una ocupación masiva del espacio por parte de los coches y no puede ser».
Introducir la ecología en los planes educativos es otra recomendación para fomentar la conciencia verde de la sociedad y el origen de proyectos como el de Bosquescuela, que desarrolla todas sus actividades al aire libre con una metodología en la que potencia «la percepción como previa al pensamiento, para pensar el mundo en función de cómo lo percibimos», explica su fundador Philip Bruchner.
La escuela «es 100 % sostenible con huella cero de CO2» y permite a los niños «conocer el medio que nos rodea de forma vivencial, a través de la experimentación directa para crear un vínculo con él y así habitarlo y respetarlo», comenta.
Con este sistema, mientras aprenden las materias habituales, los alumnos también «trepan árboles, encuentran serpientes o se cruzan con alguna planta tóxica que gracias a sus profesores aprenden a reconocer».
Bruchner subraya la importancia de un modelo que «ayuda a educar contra el cambio climático y a favor de la sostenibilidad, creando conciencia ambiental en los mas pequeños» y cuyo origen está en Alemania y Dinamarca, donde existen «miles de escuelas» similares.
En el caso de España «hasta ahora somos la primera y única escuela autorizada», declara, ubicada en la localidad madrileña de Cerceda. EFE