lunes, 13 enero, 2025
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Transparencia fiscal: un derecho del consumidor

Días atrás se reglamentó el Régimen de Transparencia Fiscal al Consumidor por el que los tickets reflejarán con claridad los impuestos que los ciudadanos abonan en cada una de las compras que realizan. Desde el inicio de este año, las grandes empresas tienen el deber de que se visibilicen el IVA y los impuestos internos y, más adelante, se incorporarán los demás comercios y tributos, incluyendo ingresos brutos y tasas municipales, en la medida en que las provincias adhieran.

La implementación de este clarificador régimen llega de la mano de Lógica, una asociación apartidaria dedicada a generar conciencia fiscal en la sociedad, que comprometió a los candidatos presidenciales a impulsar dicho cambio, logrando las adhesiones de Javier Milei, Patricia Bullrich y Juan Schiaretti. El Presidente lo honró, incluyéndolo en la reciente Ley 27.743 que introdujo reformas en el ámbito fiscal, sumada ahora esta reglamentación.

El grado de descontrol del gasto público se reflejó en la carga impositiva y la inflación con las que convivimos por años los argentinos, las más altas del mundo. Su verdadero daño lo ha sentido la ciudadanía en cada una de las crisis recurrentes que han hundido sistemáticamente a nuestro país. Desde estas columnas nos hemos referido repetidamente a las causas de esta situación, partiendo de la voracidad fiscal de nuestros poderes políticos y de un Poder Judicial que ha incumplido con su rol constitucional de controlar los excesos fiscales de los otros dos poderes. Pero también hubo una sociedad civil adormecida cuyas omisiones fueron funcionales al mantenimiento de esta tremenda situación. Por un lado, una ciudadanía que no opuso resistencia a los excesos de los políticos, entre otras razones, por su falta de cultura fiscal, a la que contribuyó en forma decisiva un régimen que le ocultó los impuestos al consumo durante más de 50 años con prohibiciones y sanciones inaceptables, recién ahora derogadas. Y, por el otro, un sector empresario que, salvo contadas y honrosas excepciones, no supo, no quiso o no pudo organizarse para reclamar y poner límites a semejantes atropellos.

Para muchos, haber ejercido la actividad empresarial en los últimos 20 años ha lindado con lo patriótico: la mayor preocupación era sobrevivir. Pero no es menos cierto que la no inclusión de la cuestión fiscal en la agenda empresarial, tal como por ejemplo surge de las temáticas abordadas en numerosas conferencias anuales hasta 2022, fue funcional a esta tragedia. Incluso cuando la actividad no estaba directamente ligada de alguna forma al Estado, por el temor a represalias u otras razones, la propia rentabilidad empresarial se vio afectada y provocó también que el consumidor terminara soportando más del 40% y hasta en algunos casos más del 50% de impuestos en el precio final de un producto.

La implementación de este clarificador régimen llega de la mano de Lógica, una asociación apartidaria dedicada a generar conciencia fiscal en la sociedad

Pues bien, con este flamante régimen de transparencia se abre una ventana para que, finalmente, la sociedad civil pueda actuar poniendo límites al poder político. Es esta la oportunidad para despertar la conciencia fiscal de nuestra sociedad, aprovechando el momento de cambio cultural generado por el actual gobierno, sin sufrir represalias por promover la transparencia fiscal, exigir la baja del gasto público o la reducción de impuestos, naturales consecuencias de esta transparencia. Esta oportunidad se le abre principalmente al sector empresarial, por ser el que paga más impuestos y el que tiene los recursos para asegurar este proceso a largo plazo y en forma apartidaria, actuando en beneficio propio, de sus empleados, sus clientes finales y del país.

Los tickets con los impuestos discriminados ya de por sí serán un instrumento de concientización. Si bien su lectura generará una conversación en la sociedad esto solo no será suficiente. El lanzamiento debe acompañarse de una fuerte campaña de difusión que empuje el referido cambio cultural. No hay pauta, no hay plata para que el Estado encare la cruzada. La asociación civil Lógica sigue sumando su valioso aporte y ya trabaja en esta dirección con una campaña para este año, dentro de parámetros comparables al lanzamiento de un producto de consumo masivo. Necesitarán recursos y las empresas tendrán ahora la oportunidad y, más aún, la responsabilidad de implementar y difundir este régimen del que serán claras beneficiarias, apoyando y difundiendo esta campaña.

2025 es un año electoral, ocasión en la que los políticos suelen escuchar más a los votantes. Las razones fiscales deben pesar cada vez con más fuerza en el voto del ciudadano que cuida su bolsillo y el destino de sus aportes. Solo promoviendo esta conciencia se empoderará al ciudadano para que se involucre y exija austeridad en los gastos y razonabilidad en los impuestos, además de reclamar también que los servicios esenciales que provee el Estado sean acordes a los tributos. Es imperioso que desde la sociedad civil, a instancias también del sector empresarial, se plantee la adhesión de las provincias para visibilizar ingresos brutos y tasas municipales, ante una mayoría de gobernadores e intendentes reacios a racionalizar gastos y tributos, descansando como siempre en el auxilio de un Estado hoy quebrado. Desde esa convicción, la ciudadanía reforzará su capacidad de exigir una profunda reforma fiscal que disminuya la insoportable carga tributaria que ahoga la actividad empresarial, profesional y laboral castigando al consumidor.

Solo asumiendo un compromiso instalado mayoritariamente podremos evitar, a largo plazo, la pretensión pendular de volver a caer en un festival de gasto público, impuestos e inflación ante un eventual cambio de color político de la siguiente gestión. Volver a aquella situación terminal en la que nos encontrábamos a fines del 2023 sería lo peor que podría pasarnos.

La cuestión fiscal debe dejar de ser un coto de políticos irresponsables para pasar a convertirse en una causa ciudadana, tal como sucedió con la concientización que resultó en los más de 40 años de consolidación de la democracia. El sector empresario tiene ante sí la oportunidad de dejar de ser parte de la tragedia fiscal del pasado para hacerse parte del “milagro argentino” que saque al país del estancamiento y la pobreza, devolviéndole un proyecto de desarrollo y bienestar para todos.

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