miércoles, 5 febrero, 2025
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El vínculo Trump/Xi Jinping es la clave de la actual situación mundial

Tres días antes de asumir la presidencia de EE.UU., Donald Trump lo llamó a Xi Jinping para ratificar la importancia crucial que otorgaba a la relación con el líder chino; y agregó, con su énfasis característico, que China y EE.UU. pueden y deben “trabajar juntos para resolver todos los problemas del mundo”.

Conviene tomar a Donald Trump al pie de la letra, sobre todo en lo que se refiere a las características del líder con el que interactúa: nunca ha ocultado la admiración que experimenta por Xi Jinping.

Las figuras trascendentes como Trump y Xi Jinping responden a las tendencias de fondo de la época.

Lo característico de este tipo de personajes es que disponen de una gran iniciativa, pero ésta nunca es arbitraria. Por eso son figuras históricas y no intrascendentes personalidades coyunturales.

“La historia no es determinista, pero hay un determinismo en la historia”, señala Raymond Aron; este “determinismo” de los acontecimientos surge en nuestra época de la revolución de la técnica, guiada y arrastrada por la Inteligencia artificial.

De ahí que lo fundamental de la época es que ha surgido una sociedad global absolutamente integrada, en la que ha desaparecido hasta la noción del “adentro y el afuera”.

Lo que esto significa es que a medida que la Inteligencia artificial se acelera la integración del sistema es cada vez mayor.

El vínculo entre las dos superpotencias se funda hoy en 2 categorías esenciales:

  • En primer lugar, el rotundo triunfo el 5 de noviembre de Donald Trump ha provocado una extraordinaria acumulación de poder, que coloca nuevamente a la superpotencia norteamericana en el primer lugar del sistema mundial y la hace dejar atrás la atroz anomalía del debilitamiento experimentado por el gobierno de Joe Biden, que incluso adquirió características de vacío de poder en Washington.
  • EE.UU. como la primera superpotencia global sólo puede acordar desde una posición de fuerza y jamás de debilidad.
  • Por su parte China, liderada por Xi Jinping, ha experimentado en este mismo período una notable transformación de su economía, centrada en el despliegue pleno de la 4° Revolución Industrial, que es la digitalización completa de la manufactura y los servicios, guiada ahora por la Inteligencia artificial.
  • Xi Jinping denomina a la 4° Revolución Industrial como el despliegue pleno de las “nuevas fuerzas productivas” y actúa sobre la premisa de que la única forma de competir con EE.UU. es asemejarse en forma autónoma a su extraordinaria capacidad de innovación. Es lo que China ha logrado asombrosamente en esta etapa, aleccionada sin duda por la sabiduría de sus 5.000 años de historia (“…los 5.000 años de historia china no están en el pasado sino en el presente”, advirtió Hegel).

Esto lo reconoce plenamente Donald Trump, que es un hombre de negocios nacido en Queens, Nueva York, lo que implica que, más que un pragmático seguidista, es un híper-realista que se adelanta incluso a los acontecimientos.

De ahí la invitación que realizó Trump a Xi Jinping para participar de la ceremonia de asunción del 20 de enero en Washington, seguida por la comunicación del viernes 17 de enero.

El dato estratégico a subrayar aquí es que Donald Trump y Xi Jinping actúan de acuerdo al “nivel de la época”, en los términos de Dionisio Ridruejo. Por eso, la competencia, ante todo tecnológica, entre las dos superpotencias adquiere un carácter no antagónico y potencialmente cooperativo; y esto acentúa en el plano político los rasgos de confianza e inter-vinculación personal entre Donald Trump y Xi Jinping.

El fenómeno político tiene dos componentes: uno es el liderazgo, y el otro el aparato de poder en que se funda.

¿Cuál es el aspecto decisivo de este fenómeno que hace a la esencia de la condición humana?; la repuesta es el primero – el liderazgo – y no el segundo.

Lo decisivo no es el número de portaaviones nucleares que tiene EE.UU., ni tampoco la escasa distancia que existe entre Taiwán y China Continental, fácilmente cubierta en forma prácticamente instantánea por el notable poderío aéreo, naval y misilístico de la República Popular.

La clave del actual momento mundial es la primacía irrestricta de la dupla Donald Trump/Xi Jinping, en el momento en que predomina absolutamente la Inteligencia artificial como la punta de lanza de la revolución de la técnica.

Esta disquisición es la “Teoría del Héroe” de la época, donde el peso notable de las grandes personalidades nada tiene de arbitrario y coyuntural.

Esto es lo que le otorga al liderazgo un papel cada vez más fundamental, y desmiente rotundamente su confusión con lo meramente cuantitativo y gradualista.

“El liderazgo – dice Carl Schmitt – es la sal de la política”; y sin él todo se sumerge en un mundo opaco y degradado, sinónimo de vulgaridad.

En esta situación es preciso dejar de lado las categorías del optimismo y el pesimismo por excesivamente mediocres, y se mueven muy por atrás de personajes como Donald Trump y Xi Jinping.

Lo probable, en síntesis, es que la acción conjunta de estos dos personajes “pueda resolver todos los grandes problemas del mundo actual”.

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