sábado, 21 junio, 2025
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Trump, Irán y su gabinete improvisado de futbolistas

Trump, Irán y su gabinete improvisado de futbolistas

Entretelones de la visita de los jugadores de Juventus al presidente de EEUU durante el Mundial de Clubes

   A la conferencia de prensa de Donald Trump solo le faltó que anunciara la declaración de guerra de Estados Unidos a Irán o hiciera una de sus habituales bravuconadas contra China. Alcanzó igual con lo que vimos. Un presidente que se explayó sobre política internacional y algún tema local. Pero detrás suyo no aparecía su gabinete. Ni Marco Rubio ni la dura caza-inmigrates Kristi Noem. Parados, como muñequitos de metegol, lo acompañaban algunos futbolistas de la Juventus italiana, su propietario, el empresario John Elkann, y el inefable Gianni Infantino. Los únicos que sonreían eran los dos últimos. Los jugadores de pie, mudos y con caras de malhumor, escuchaban las preguntas de los periodistas y las respuestas del personaje central en la Casa Blanca. Estaban tan incómodos como si calzaran un número menor de zapatillas.

La escena que combinó en dosis simétricas política y fútbol reafirma una vieja costumbre. Cómo la ansiedad le gana al poder cuando la pelota le pica cerca. Trump, homofóbico y misógino como es, se quiso pasar de listo. Dio media vuelta y les lanzó a los players una pregunta tan intenacionada como filosa: “¿Puede una mujer jugar en su equipo?”. El silenzio stampa de todos los presentes en el salón oval solo se quebró cuando el director deportivo de la Juve, Damien Comolli, lo ayudó a salir del paso al dueño de casa. “Tenemos un equipo femenino fantástico”, le respondió.

Timothy Weah, una de las figuras del club italiano y estadounidense de nacimiento, comentó después: “Nos dijeron que teníamos que ir y no tuve otra opción. (…) Fue un poco raro cuando empezó a hablar de política, Irán y todo. Yo solo quiero jugar al fútbol”. Algo sabe de cómo la política puede filtrarse por los poros del deporte sin disimularlo. Su padre, George Weah, premio Balón de Oro, ídolo del Milan y ex presidente de Liberia, perdió la chance de ser reelecto envuelto en numerosas denuncias de corrupción. Pero a diferencia de Trump aceptó la derrota y se fue a su casa. No mandó a sus seguidores a tomar ningún Capitolio.

La movida aparentemente incomprensible del presidente descolocó a propios y extraños. Pero tiene una explicación. Elkann, el dueño de la Juve y principal heredero de la fortuna de la familia Agnelli, prometió grandes inversiones en Estados Unidos, el país donde nació. Su automotriz Stellantis anunció que hará un desembolso de 5 mil millones de dólares. El grupo, una multinacional que surgió de la fusión entre Fiat Chrysler (FCA) y el Groupe PSA (Peugeot SA) en 2021, incluye a Alfa Romeo, Chrysler, Citroën, Dodge, Fiat, Jeep, Lancia, Maserati y Opel, entre otras catorce marcas.

Elkann se reunió con Trump antes de que asumiera su segundo mandato. Tal vez opacado por Elon Musk –su competidor en el mercado de autos eléctricos–, debería investigarse si sacó algún beneficio de la oportunidad que le dio su club italiano de aparecer en la estelar conferencia de prensa. El dueño de Tesla se peleó con Trump por los beneficios que le quitó a sus empresas. ¿Elkann podría ocupar su lugar de empresario preferido pese a sus críticas de este año a los aranceles? ¿Invertirá más en EEUU. como tiene previsto?

Nada es inocente a esas alturas del poder. Ni una foto, ni un video, ni una conferencia de prensa traída de los pelos. El Mundial de Clubes ofreció las condiciones para que madurara ese encuentro bizarro en Washington. Pensemos por un instante en la Copa de la FIFA del 2026. Se jugará en la misma sede –apenitas compartida con México y Canadá– y Trump continuará en el gobierno. El fútbol y la política seguirán alimentando los negocios y vanidades de una casta decadente donde los deportistas son figuritas decorativas.

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